Últimamente he tenido varias conversaciones sobre este tema y me surge la necesidad de compartir mis reflexiones contigo.
Hace unas semanas oía a Mar Romera, una de mis referentes, hablar de este tema.
Mencionó la necesidad de trabajar el autoconcepto en los hijos. Ponía el ejemplo de que si yo como madre le digo sistemáticamente a mi hija que es muy guapa y llega un momento en el que se cree Claudia Schiffer, de autoestima irá muy bien, pero de autoconcepto, regular. Decía “basta ya con el tú puedes” y la audiencia aplaudía. “Yo no me puedo subir un ocho mil” ponía como ejemplo.
Parece que en estos tiempos de coaching para todo y empoderamiento para todos, estamos un poco cansad@s de que nos digan que nosotros podemos ser todo lo que queramos, nos miremos al espejo y veamos limitaciones evidentes para imaginarnos haciendo algo “muy grande” con nuestra vida. El caso es que en esta ocasión la primera idea que me vino a la cabeza después de la conferencia fue: “pues no voy a ser yo la que le diga a mi hija que no puede hacer algo”, no me sale… ¿Y a ti?. Te invito a profundizar en esto y explorar conmigo la raíz de la controversia.
Empecemos por el principio.
¿Qué es el autoconcepto referido a los niños?
Recuerda que cada vez que hablamos de niños aquí estamos hablando también de ti, del niñ@ que fuiste y que en parte sigues siendo.
El autoconcepto es la imagen que tiene una persona de sí misma. Se refiere a lo que pensamos, lo que opinamos sobre nosotros mismos a nivel mental, físico y emocional. Lo que creemos sobre nuestra forma de ser, de relacionarnos, de vivir en definitiva.
El autoconcepto de los niños que condiciona la vida adulta
Esta idea de nosotros mism@s la vamos conformando en nuestros primeros años de vida en función de lo que los demás, preferentemente familia y entorno educativo opinan, creen, valoran de nosotros. Esta imagen que va conformando nuestra relación interna, determinará en gran medida nuestra forma de actuar, según sean mis pensamientos, así actuaré, y el grado de autoestima que tenga estará muy relacionado con esto. Te podrás imaginar lo que puede condicionar el “tú eres”, “tú puedes” en función, no de la experiencia interna del niño, sino en función de lo que desde fuera los demás proyectamos sobre él.
Lo que he podido observar en mi experiencia profesional acompañando a madres y padres a reconciliarse consigo mismos, es que cuando le damos voz a ese niño interior, lo que carga a menudo son las frases proyectadas de sus padres sobre lo que él/ella debía/podía hacer o ser. Y esto aunque no se verbalice, sucede en gran medida a nivel inconsciente.
Hace poco en un ejercicio profundo de exploración, la niña que fue la adulta que estaba en mi consulta con problemas para sacar su negocio adelante, pudo decirle a su padre lo mucho que le había condicionado que le dijese en su día que “era un cheque al portador”. Desde el lugar de su padre, pudo reconocer que había proyectado en ella lo que él no pudo ser, sus frustraciones, sus fracasos.
Él fue un “fracasado en los negocios”, pero sí que veía en ella capacidades para ser lo que él no pudo, de ahí la famosa frase de “eres un cheque al portador”. La niña estaba furiosa, porque su padre le lanzó aquel mandato y sintió que no le dio apoyo y herramientas para poder cumplir con ello. El padre lo reconoció y se disculpó por haberlo hecho, por no haber estado a su lado, y le dijo que confiaba en que a pesar de eso, ella podría salir sola adelante. De nuevo la niña sintió rabia porque volvió a sentir que le había quitado de encima lo del cheque y a continuación le había lanzado otro condicionante de “tú puedes sola”.
El ejercicio sirvió para tomar consciencia de todo aquello y después de tantos años, poder desde su adulta desligarse de aquella fidelidad hacia su padre que en su momento mantuvo por amor y pertenencia pero que ahora le limitaba. Después de haber podido liberar aquella rabia intensa que a nivel inconsciente persistía anclando aquella experiencia interna, pudo entender y aceptar la situación que la limitaba en su día a día y desde su adulta decidió soltar, liberarse…
El problema del “¡tú puedes!” no está en el “puedes”, sino en el “tú”. Las proyecciones de los padres se vuelcan en la persona, más allá de lo que sea o no sea capaz de alcanzar por sí misma.
Dejar a los niños simplemente SER
Cuando acompañamos a los niños en su proceso educativo desde el respeto y el no juicio, que ejercitamos con el Mindfulness, podemos interactuar con ellos apreciando sus capacidades sin necesidad de imponer las nuestras.
Se trata de poner límites a la conducta cuando sea necesario (básicamente por seguridad y respeto hacia nosotros mismos y los demás) y el resto del tiempo darles presencia sin intentar que sean lo que a nosotros nos gustaría, porque ellos ya SON. Desde ahí podemos enseñarles a cultivar la conexión con ellos mismos que es la base del autoconocimiento.
Por eso, para mi, la clave no está en el autoconcepto, que es algo muy ligado a una idea de mi mismo que viene de afuera, sino en el autoconocimiento. El experimentarse en sí mismos con sus intereses, capacidades y limitaciones.
Me sorprendió el día que Mar, mi hija, con 3 años estaba haciendo carreras y le dije que corría muy rápido y me dijo con una certeza inusitada; “lo sé”.
Los niños se comparan, se miden, se adaptan al entorno y nosotros les acompañamos en el camino sin decirles lo que son o lo que dejan de ser. Sé que es muy difícil y que basta con salir a la calle para que sean otros los que le digan lo guapos, listos, buenos, pillos, gamberros, etc. que son.
No pasa nada, que no cunda el pánico, porque más allá de los demás, nosotros, como padres, somos sus principales referentes.De esa información sobre ellos que reciben de los demás, irremediablemente se irá forjando un autoconcepto como seres sociales que somos. Lo que validará o no esa información será lo que vean en nosotros.
Se trata de que nosotros señalemos a su interior, a lo que ellos piensan y sienten sobre sí mismos en función de la experiencia propia que van teniendo. Desde ese enfoque podrán cultivar su espíritu autocrítico y serán menos dependientes de los juicios que los demás viertan sobre ellos. (esto es lo que hace que a día de hoy no tema que mi hija se crea, literalmente, que es; “la más guapa y lista del mundo” por mucho que sus abuelos, con la baba colgando, se lo digan sistemáticamente :))
Tus hijos tenderán a ser lo que tú seas
Es ahí donde radica nuestra principal responsabilidad para con nuestros hijos y nosotros mismos. La clave de todo esto es que nuestros hijos, como también dice Mar Romera, “te aprenden a ti”. Y no me refiero tanto a que si eres abogada o médico tu hijo tenderá a serlo (que también :)). Lo que somos de mayores tiene que ver con lo que hacemos y con lo que solemos estar identificados, sobretodo cuando gran parte de nuestra realización personal está ligada al trabajo (¿tú que eres?. Arquitecto).
Lo que SOMOS va mucho más allá de mi desempeño profesional y tiene que ver con mis valores.
Si yo aprendí de mi madre, por que la vi actuar así, que era mejor callar, no poner límites y “aquí paz y después gloria”, muy probablemente yo haga lo mismo. En cierta forma es eso lo que mi cerebro infantil entendió que era ser “buena persona”.
Si mi padre anteponía su trabajo a la vida familiar, es muy probable que yo repita ese patrón porque además socialmente seguramente me lo hayan reforzado.
Es lo que somos, lo que realmente determina lo que hacemos, a lo que nos dedicamos en la vida, no al revés.
Lo mejor que podemos desear para nuestros hijos.
Es muy probable que si te pregunto que quieres que tu hij@ sea de mayor es “feliz”. (Si lees con asiduidad mis artículos, doy por hecho que entiendes que esa felicidad no tiene que ver con estar todo el rato alegres, sino con vivir una vida plena, con aceptación, gratitud, propósito…;)). ¿Y tú eres feliz?. ¡Esa es la gran cuestión!
Te decía al principio que no iba a ser yo la que le dijese a mi hija que no podía ser algo que ella quisiese… ¿astronauta?, ¿presidenta del gobierno?, ¿modelo de pasarela?, ¿influencer? Esta te va a encantar… ¿barrendera? (o limpiadora de instituto como su abuela).
Tengo la sensación de que muchas veces, pensando que les damos a nuestros hijos un baño de realidad, les intentamos explicar lo que para nosotros es evidente que no pueden ser. Proyectamos en ellos nuestra propias carencias en vez de preguntarles por su interés, por su auténtico y genuino interés. Ponemos el foco en el resultado, en que no se decepcionen cuando no consigan alcanzar ese sueño imposible (porque nos cuesta sostener nuestra propia decepción, frustración, etc.), y les advertimos en lugar de acompañarles en el camino que les lleva a ser “eso” por muy descabellado que sea. El aprendizaje está ahí, en el camino, en la vivencia.
Puede que tus hijos ya sean adolescentes y pienses que sea tarde para cambiar de rumbo porque ya has vertido “demasiados juicios sobre ellos”, pero te aseguro que nunca es tarde para preguntarles desde la aceptación y el amor incondicional, qué es lo que ELLOS quieren para ellos, por qué, para qué… y desde ahí acompañarles a ser cada día más ellos mismos, más auténticos. Es ahí donde reside en gran parte nuestra verdadera felicidad y la fuerza que nos empuja a hacer grandes cosas en la vida.
Desde ahí, desde ese lugar más libre y menos condicionado, es mucho más probable que lleguen a ser una modelo de pasarela como Rosi de Palma, ganar una medalla en las paraolimpiadas o ser un buen maestro de escuela.
“No hay nada más bello encima de un escenario, que alguien haciendo de sí mismo.”
Alejandro Sanz
Y más allá de esa proyección a futuro que los hijos tanto nos inspiran…¿que quieres que sean tus hijos AHORA?, porque lo que sean ahora, será la base de ese futuro.
El amor incondicional es el mejor empuje que les podemos dar para hacerles volar, sabiendo que si en la odisea se les rompe un ala, nosotros estaremos allí para ellos. Ese amor es la base sobre la que se sustenta la mejor versión de nuestros hijos.
Poder darles ese amor, pasa por amarnos y aceptarnos incondicionalmente a nosotros mismos.
Para mi, eso es lo más difícil de ser padres. La vía para poder cultivar ese amor incondicional hacia nosotros mismos y hacia nuestros hijos, la facilita esa filosofía de vida que se llama Mindfulness.
Por eso estoy aquí, para ayudarte a reconciliarte contigo mism@ y ser ese modelo sano, coherente y feliz que tus hijos necesitan para serlo :).
Espero que te sirva y me cuentes en los comentarios de tus necesidades, de tus dificultades y compartas con todos aquellos a los que les pueda servir.
Un abrazo