Los problemas de atención y relación que genera en los niños el uso de dispositivos electrónicos es algo que preocupa a muchos padres. Vivimos en un entorno donde la tecnología nos mantiene cada vez más conectados al mundo virtual y nos cuesta más atender a nuestra realidad presencial.
La omnipresencia de los dispositivos electrónicos nos quita presencia con nuestros hijos.
Que el uso de dispositivos móviles, cada vez más sofisticados, forma parte de nuestra vida y la de nuestros hijos, es una realidad. A menudo nos resistimos y le echamos la culpa a “la sociedad” (pobre sociedad ;)) de que cada vez les dé más relevancia.
Nos volvemos a olvidar de que nosotros también somos “la sociedad” y que como individuos, podemos poner consciencia y ejercer nuestra libertad, para decidir qué queremos o no queremos para nosotros y nuestros hijos.
A menudo me encuentro artículos que agitan en nuestra cabeza el problema para que lo tengamos en cuenta, pero poco más. Mi intención en este post es arrojar luz en el asunto para que tomes consciencia y aportar soluciones que puedas implementar atendiendo a tus necesidades y las de tus hijos.
¿Cómo te relacionas tú con los dispositivos móviles?
Mirar por nuestros hijos y establecer criterios pasa primero por mirarnos nosotros.
Los niños lo modelan todo, también nuestra interacción con los dispositivos electrónicos.
Ahí va mi claro ejemplo; Hemos decidido que mi hija sólo utilice la tablet en los viajes largos en coche. Varias veces, cuando le he pedido que apagase la tablet porque ya habíamos llegado al destino, me ha dicho: “espera un momentito, que tengo que hacer una cosita”. Saca el teclado y empieza a poner letras sin ton ni son, imitando lo que yo hago cuando llega a casa del cole y me pilla acabado de hacer algo con el ordenador.
Lo que hagan ahora o en el futuro tus hijos delante de una pantalla, será parte de lo que hayan visto en ti.
¿Cuantas veces ha sido el móvil lo último que has mirado antes de dormir y lo primero antes de levantarte de la cama? ¿Cuantas veces no te has enterado de lo que te estaba contando tu hijo o tu pareja porque estabas haciendo cosas con móvil? ¿Cuantas veces había una pantalla de por medio en tu interacción con ellos? ¿Cuantas veces se te ha ido el tiempo y te has quitado horas de sueño, sin querer, por estar mirando el móvil en la cama?
Cada vez tenemos más automatismos ligados a nuestra interacción digital. Esa falta de consciencia favorece que acaben quitándonos más tiempo, energía y presencia.
Observo mi entorno y veo que en cierta forma sí que percibimos que estos hábitos, cada vez más extendidos, interfieren negativamente en nuestras relaciones. Recuerdo varios anuncios y memes que circulaban por Internet estas Navidades haciendo hincapié en esto. Pero por otro lado, no sabemos muy bien cómo gestionarlo porque nos acaban arrastrando y también percibo que cuando queremos ponerle límites a los niños en el uso, partimos de ese condicionante. Intentamos racionarles el uso desde nuestro propio uso irracional y esto es a menudo fuente de conflicto con ellos y de incoherencia con nosotros mismos.
El miedo a que nuestros hijos se hagan “adictos a las pantallas” surge en muchas ocasiones de nuestro propio “enganche”.
¿Navegas o divagas?
En la jerga del Mindfulness llamamos mente de mono a esa tendencia que tiene nuestro flujo mental a ir sin atención ni intención de un pensamiento a otro.
Te sientas delante del ordenador a primera hora de la mañana, de repente se te enciende una luz y haces memoria de que tienes que añadir tomates a la lista de la compra, cuando piensas en los tomates te llega el recuerdo de aquellos tomates sabrosos que el abuelo traía del huerto en el pueblo cuando era pequeña, el recuerdo del pueblo me lleva a pensar en esa etapa de mi vida y lo bien que me lo pasaba allí a mis quince años y de repente te descubres cantando mentalmente la canción del Dúo Dinámico “Quince años”.
En estos minutos que han pasado desde que te disponías a abrir el correo (y probablemente te haya dado para esto, incluso para borrar algún mensaje no deseado en piloto automático), tu mente de mono ha ido de una liana a otra, de un pensamiento a otro, sin que tú fueses consciente de ello, sin elegir a qué lugar de tu selva mental querías ir a parar. De la misma forma tu mente de mono opera también en el mundo digital.
¿Cuantas veces has cogido el móvil para ver el whatsapp y has acabado husmeando recetas de cocina, después de haber votado una propuesta ciudadana, después de haber leído un post que alguien te ha reenviado, después de haberte sentido fatal por una mala noticia que has leído y todo esto sin comerlo ni beberlo?. Y digo, no en vano, sin comerlo ni beberlo, porque todo esto lo vivimos desde desde una realidad virtual que se nos presenta a través de una pantalla en dos dimensiones y con la que nuestro cuerpo ha tenido una mínima interacción. Te confieso que a veces esto me pasa. Más aún cuando mi trabajo tiene una parcela de gestión on line potente y me justifico a mi misma pensando que “estoy haciendo faena”.
Poner consciencia en los momentos en los que los dispositivos de interponen entre mi hija y yo, junto con poner atención en esta “mente de mono on line”, que a veces me lleva a lugares no elegidos en momentos de distracción, son dos de mis propósitos de año nuevo.
El otro aspecto a tener en cuenta a la hora de divagar por la red es que, nos exponemos a un discurso que realmente no elegimos y detrás de lo que nuestra mente procesa, de los inputs que nos llegan, va nuestra emoción y su correspondiente reflejo en el cuerpo.
¿Cómo afecta tu interacción digital a tus hijos?
Ya en 1998 Linda Stone, una experta en el mundo de la tecnología digital, acuñó el término de Atención Parcial Continua refiriéndose a un proceso que consiste en prestar atención de forma simultánea y continua a diversas fuentes de información a un nivel superficial.
Esto es algo que nos pasa a menudo cuando interactuamos con móvil y de por si, no tiene que ser bueno ni malo, todo depende del contexto en el que lo apliquemos y con qué finalidad. No es lo mismo correr escuchando música, que escuchar a tu hija mientras chateas con el móvil. En este caso además tu hija, no sólo seguramente sentirá que no le haces caso, sino que además estará interiorizando el modelo comunicativo y atencional que ve en ti. Y luego, en algún momento, te comerás con patatas esa frase tan de madre de… ”¡Estate en lo que estás!”.
Por otro lado los niños necesitan “ser vistos” por sus padres y lo manifiestan constantemente, a gritos 🙂 “¡mamá, mira como me tiro por el tobogán!, ¡papá mira lo que hago!”. La mía que está última mente muy asertiva, me dice “mama, si quieres me puedes mirar mientras yo pinto”. Necesitan nuestra mirada (más que el comer). La mirada es el vehículo para establecer el vínculo afectivo y las pantallas, más a menudo de lo que podamos imaginar, nos lo impiden.
Cuando compartimos espacio con nuestros hijos y nos ven absortos con el móvil, aunque estemos con ellos, lo que ellos perciben es que emocionalmente no estamos disponibles.
Es importante que pongamos consciencia en que el tiempo que pasamos y pasan interactuando con los dispositivos, es tiempo que no empleamos explorando activamente el mundo con ellos o relacionándonos con otras personas de forma presencial.
Encontrando soluciones
Y dicho esto, ¿qué podemos hacer? Nos preocupa mucho la relación que los niños tienen con las pantallas y como te decía más arriba, como lo modelan todo, la cuestión es ser el modelo sano y conectado con la realidad presente que queremos ser para ellos. Desde ahí, seguramente todo sea más fácil.
En el caso de los pequeños podemos hacer mucho y bien en ese sentido. En el caso de los mayores, si detectamos que nuestro hijo tiene un problema con el mundo digital, lo mejor es pedir ayuda a un profesional especializado y siempre tomar conciencia de cual es la relación que nosotros mismos tenemos con el móvil, la tele o el ordenador. ¿Cuantas veces hemos suplido nuestra ausencia con esa fuente de distracción? ¿Cuantas veces nos han visto hacer lo mismo que ahora les reprochamos a ellos? Recojamos nuestra parte de responsabilidad en el origen del conflicto y desde ahí seguramente podamos ser más comprensivos/compasivos con nuestros hijos y reconducir la situación con un punto más de amabilidad.
A menudo nos resistimos a comprarles dispositivos que ellos puedan usar por sí mismos y pasamos por alto que a los niños les fascina lo que ven que nosotros utilizamos. Si mamá y papá están todo el día pegados al móvil, y cada uno tiene el suyo, es porque debe molar y yo también quiero uno para mi. Ni siquiera apelo al resto de niños que hay alrededor, que es de lo que muchas veces nos quejamos; “Como los otros niños lo tienen, el también lo quiere”, el ejemplo lo tiene en casa.
A menudo restringimos el tiempo de uso de la tablet sin tener en cuenta para qué la usan. Si le dices a tu hijo que sólo puede usar la tablet media hora y la partida de su juego favorito dura una hora, seguramente no esté de acuerdo con tu límite. Si a tu hija le encanta dibujar y utiliza la tablet mayormente para eso, quizá restringirle el acceso a esa herramienta coarte en cierta forma su creatividad.
Ser un modelo sano y conectado con la realidad presente para tu hijo pasa por poner consciencia en que:
- Cada vez que accedes al Instagram puedes caer en la comparación.
- Cada vez que te metes en Pinterest probablemente estés añadiendo quehaceres a tu lista de tareas y eso acabe quitándole tiempo a tus hijos. Aunque lo que busques sean actividades para hacer con ellos, estas suelen partir de tus intereses y no de los suyos. Tenlo en cuenta.
- Cada vez que estás con tus hijos y sacas el móvil para hacer una gestión que no sea pertinente en el momento, os priváis tu hijo y tú de momentos de presencia.
- Cada vez que te impacientas porque alguien no te responde al momento un whatsapp, estás perdiendo la paciencia que necesitas con tus hijos.
- Cuando estás pendiente de compartir ese momento especial con los ausentes, dejas de estar presente.
Te invito a que:
- Que decidas qué información quieres obtener de la red y vayas a por ella.
- Que dejes el móvil fijo en casa.
- Que no lo uses durante los momentos compartidos con tus hijos (o tu pareja). Atiende lo urgente e importante sin más, el resto puede esperar.
- Que le expliques a tus hijos qué haces con el móvil cuando estás con ellos, “tú estás pintando y yo estoy leyendo un libro”, “necesito contestarle ahora un mensaje a la abuela”. Se trata de que pongas conciencia en el uso y que ellos lo perciban.
- Te des permiso para dejarte chats por leer.
- Que dejes el móvil fuera del dormitorio.
- Que te intereses por el uso que hacen tus hijos del móvil, más desde el comprender que desde el fiscalizar.
- Que elijas con ellos los contenidos a los que pueden acceder en función de sus intereses.
- Que llames más y chatees menos. Esto tiene que ver también con el modelo de comunicación que transmitimos.
Todo esto que te propongo pasa por ti, depende de ti, está en tu mano. Poner conciencia en este tema y ser coherente con el uso que haces de los dispositivos, es la mejor forma de poner los recursos digitales al servicio de tu vida y la de tus hijos.
Una última cuestión muy importante a tener en cuenta:
Que tus hijos tengan menos tiempo de exposición a las pantallas, pasa por ofrecer alternativas presenciales de entretenimiento.
¿Cómo lo ves? ¿Cómo gestionas tú esto? ¿Hay algo de lo que expongo que te suponga una especial dificultad?
Cuéntamelo en los comentarios y si crees que este post ofrece información de valor que puede ayudar a otros, comparte :).
Excelente post, no es fácil pero se puede poner atención como nos relacionamos con la tecnología y hacer de esta una herramienta de conocimiento y no solo de entretención, para nuestros hijos y para nosotros.
Lo más complicado es trabajar los hábitos ya adquiridos por nuestros hijos con respecto al uso del movil, tiempo. Buena idea de sacarlo de la habitación al dormir y del uso que le dan en el día. Nosotros siempre negociamos actividades fuera de casa, como natación, paseos, etc. En la medida que se pueda.
Muchas gracias por el post.
Gracias a ti Camilo por leerlo y comentarlo. Sí, es complicado con los mayores pero cuanto antes planteemos un cambio de hábitos, menos costará. Excelentes esas alternativas de ocio que planteas. Antes de los dispositivos electrónicos nuestras madres se las tenían que ingeniar para meternos en casa después de una tarde de juego en la calle y ahora nos las tenemos que ingeniar para sacar a los niños a que jueguen en la calle. La cuestión es acompañarles dentro y fuera a la hora de establecer esos nuevos hábitos. El «vete (tú solo/a) a jugar a la calle» no suele funcionar para cambiar el hábito de primeras.
Muy revelador el post, no somos conscientes de hasta qué punto el móvil en muchas ocasiones nos distancia de nuestros hijos.
No puede estar explicado con mayor claridad, enhorabuena Yolanda. Excepcional trabajo. Gracias por compartirlo!
Muchas gracias Estefania por tu feedback. Me alegra mucho que te sirva. Gracias por leerme. Abrazo
Cuánta razón y qué buena reflexión he hecho gracias a tu post, es cierto que vivimos atados al móvil, que parece que ya no podamos hacer nada si no lo llevamos encima, pero a mí cada día me agobia más esa sensación, así queme toca poner consciencia, ser clara y transparente con mi hija, y ganar presencia, darle la importancia real al móvil y no vivir creándole una necesidad totalmente prescindible la mayor parte del día. Gracias Yol, como siempre, maravillosa.
Hola Ada, gracias por compartir esa reflexión. Yo estoy experimentando que el simple hecho de explicarle a mi hija lo que estoy haciendo con el móvil cuando lo uso delante de ella, me ayuda mucho a tomar consciencia, dejar a un lado el móvil y ganar presencia.