A menudo ayudo a gente que me comenta que «tiene poca energía» y uno de los rasgos que suelen tener en común es que se quejan de todo, de la vida, del trabajo, de sus parejas…
Algunos estudios evidencian que el hábito de quejarte (o escuchar quejas ajenas) daña tu autoestima y bienestar. Uno de los mecanismos que describen es que la queja desencadena una reacción de estrés, miedo o ansiedad que genera cortisol, la hormona del estrés.
Además la queja «contamina» el entorno y es contagiosa, si te rodeas de gente que se queja por todo, tú lo acabarás haciendo porque los humanos tendemos a seguir las actitudes y comportamientos de la gente de nuestro entorno como se cuenta en el artículo Yorokobu. Este es un hecho que observo en mi día a día.
El caso, es que la queja, como todo en esta vida, tiene su razón de ser y aunque sea una actitud poco deseable por lo que te acabo de contar, la cuestión es que en cierto modo nos da coherencia, aunque sea ficticia.
Volviendo a ese triángulo de consciencia del que te hablaba en el post de las dimensiones del ser, la secuencia habitual tomando como punto de partida nuestro discurso racional es; pienso – siento – hago. Pienso que no hay derecho a que algo sea como es, siento rabia por ello y la acción que me lleva a recuperar el equilibrio es hacer algo, en este caso decir, osea, quejarme, de que no hay derecho a que las cosas sean como son.
Me quejo y en esa queja me desahogo, expreso mi descontento, saco presión fuera y eso me ayuda a seguir soportando un ratito más esa situación que me resulta insatisfactoria y que probablemente se repita continuamente porque mi falta de aceptación hace que persista.
Seguramente sea más cómodo seguir en la queja que aceptar que las cosas son como son y no como nos gustarían. Aceptar esta realidad es el primer paso para dejar la queja a un lado y abrirnos a otras opciones más constructivas que realmente contribuyan a trasformar esa realidad que no nos satisface, desde nuestra responsabilidad (responsabilidad= responder con habilidad).
Esta que menciono es la queja disfuncional, la que mina tu energía, te anestesia y te deja en el mismo punto evolutivo, con más estrés y más cortisol en sangre.
Pero hay otra queja funcional que es la que sí promueve el cambio, la que te hace evolucionar porque en si misma constituye una acción que transforma una realidad de forma constructiva, dándote coherencia de forma sostenida. La queja funcional es responsable y pone en manos de los que tienen responsabilidad sobre el asunto más allá de la tuya, la información necesaria para trasformar esa realidad en función de lo esperable y los objetivos comunes. ¿Cuantas veces te has quejado de algo que en un restaurante no te ha satisfecho y luego te han preguntado que cómo estaba todo y has dicho que bien? ¿Contribuye esa queja a modificar esa realidad?. La queja funcional implica tomar partido y eso a veces cuesta.
Seguro que este ejemplo del restaurante te puede llevar a relativizar, “bueno, total, tampoco es para tanto que las patas estuvieran medio chamuscadas”, el peligro de quejarse por cosas que a posteriori podemos reconocer como triviales es que al final perdemos la perspectiva y en cierta forma; de todo me quejo y todo vale. Curiosamente las personas que más se suelen quejar, son las que más dificultades tienen para tomar partido por las cosas y trasformar esa queja limitante en algo posibilitador.
Dejar de quejarse produce cambios positivos en tu vida como describen Thierry Blancpain y Pieter Pelgrims, en su reto Complaint Restraint February. En este articulo de El País explican que, según los autores, este cambio de actitud aumenta «la sensación de felicidad» y se adquieren «conocimientos sobre la forma en que nos comunicamos y cómo se comunica la gente de nuestro alrededor».
De hecho, desde mi experiencia, la aceptación que precede a la queja funcional, hace que podamos expresar esa disconformidad, no desde el enfado, sino desde la asertividad. Esa asertividad hace que la información que necesita ser transmitida para el cambio sea mucho más efectiva y mejor recibida por el que tiene en sus manos la responsabilidad de gestionar el asunto.
Si la queja disfuncional mina nuestra autoestima y nuestra salud, la queja funcional nos reconoce como agentes de cambio y eso es alimento para nuestra autoestima y nuestro poder personal.
Actitud mental
Para dejar de quejarse es fundamental la actitud mental ya que el cerebro se va conformando según cómo lo utilizamos. No somos nuestros pensamientos pero nuestros pensamientos nos condicionan.
En el cerebro se crean caminos neuronales entre las neuronas que se activan a la vez, de forma que esas sinapsis se vuelven más «rápidas». El cerebro se modifica de modo que cada vez le es más fácil repetir esa asociación y ese camino más rápido, se convierte con el tiempo en una autopista. Aquí puedes leer una explicación más científica de como la queja afecta a tu cerebro.
Por otro lado, la frase “quejarse de vicio” evoca cierto punto de adicción y en cierta forma lo hay. No sólo nuestro cerebro se modifica en función del hábito sino que nuestras células también se acostumbran a un determinado entorno bioquímico “quejicoso” que tendemos a mantener. Ahí es cuando aparece lo que en psicología se llama “sesgo de confirmación”. Consiste en interpretar la realidad de forma que se confirmen tus pre-concepciones obviando la información contradictoria. Si buscas quejarte, encontrarás algo de qué quejarte ya que te estarás focalizando en ello y de forma inconsciente escogerás la información que confirme tus motivos para la queja.
Esta habilidad para encontrar algo de que quejarte en la vida es algo que se entrena por lo que cuanto más lo haces, mejor lo harás y te será más fácil encontrar motivos de queja. También te será más fácil rodearte de quejicas simpatizantes y retroalimentaros en esa actitud mental.
Aceptar la queja.
Si te reconoces en ese patrón de queja disfuncional es porque en cierto momento lo elegiste. La alternativa de aceptar que podías tomar partido por otra realidad más satisfactoria para ti debía de ser peor y elegiste el mal menor. Y seguirás perpetuando esa elección hasta que puedas aceptar esa responsabilidad de nuevo.
La queja tuvo su razón de ser y en su momento te fue beneficiosa. Quizás fue, por ejemplo:
- Una forma de integrarte en tu entorno familiar, fue lo que aprendiste en tu familia, el modelo que tuviste.
- Una forma de atraer la atención de los demás. Hacer ese papel de «victima» atraía la compasión de los demás.
- Una forma de tener algo de lo que hablar, era el recurso más fácil para poder relacionarte.
- El perfeccionismo y la exigencia que te llevó a tener expectativas elevadas que no podías cumplir.
- La falta de empatía, al no ponerte en el lugar del otro, no lo entendías y te quejabas de lo que sentía, pensaba, hacía o le ocurría.
La salida al círculo vicioso de la queja pasa por reconocer y entender que todo tiene un razón de ser y que del mismo modo que elegiste la queja como opción, puedes dejar de hacerlo. Entender tus motivos para haberte mantenido este tiempo en ese patrón te ayudará a aceptarlo. No es un cambio que pase de un día para otro, es algo progresivo de forma que a medida que aumente tu consciencia, irá aumentando la aceptación e irás asumiendo más responsabilidad.
¿Cómo aumentar tu consciencia?
Si ya me conoces un poco seguro que imaginas la respuesta 🙂 a través del Mindfulness.
Desde la posición del observador podemos desidentificarnos de ese discurso mental que alimenta nuestras quejas y podemos tomar perspectiva sobre lo que nos produce insatisfacción. Probablemente desde ahí puedas discernir con mayor claridad si lo que te insatisface, incomoda, perturba, etc. es realmente relevante para ti y si estás dispuesto a tomar partido por ello.
También te ayudará a identificar que es lo que sistemáticamente te incomoda. Es probable que tus quejas tengan una temática común; lo poco educada que es la gente, que “todo el mundo esto” o “es que siempre lo otro”…
En el entorno de crianza y educativo en el que me muevo detecto mucha queja con respecto a lo que otros opinan sobre la educación que ejercemos con nuestros hijos “es que siempre tienen que opinar”, “es que no puedo más con tanto consejito”, “es que uno ya no sabe por dónde tirar”, “es que no hay forma de hacerlo todo bien”… justamente todo eso apunta a la inseguridad que nos genera este periodo vital tan transcendente en nuestra vida y la de nuestros hijos, sobretodo en los primeros meses y años.
Si no hubiese esa inseguridad de fondo, seguramente no nos quejaríamos tanto de lo hartos que estamos de que nos digan o nos dejen de decir. De hecho, conforme va pasando el tiempo y vamos ganando en experiencia, confianza y criterio, la queja sobre este tema se atenúa o desaparece, y “curiosamente” los consejeros también ;).
Toda mi compasión y comprensión para esos padres.
La solución para la queja es aceptar tu responsabilidad y creerte que quieres aceptar más responsabilidad sobre toda tu experiencia vital.
No se trata de ser pasivos y no actuar sino de actuar de forma consciente desde la aceptación de tu estado actual.
Cuando te observes en la queja, párate y pregúntate si quieres seguir igual (negando tu responsabilidad) o quieres asumir una dosis más de responsabilidad. Puede que este sea el momento, o no, para dar ese paso, pero ahora que has leído esto, tienes más recursos para tomar esa decisión de forma consciente y, si así lo decides, salir del automatismo de la queja.
Salir de la queja en cinco pasos
Y dicho todo esto, si consideras que este es tu momento, ahí van 5 pasos para salir de la queja y convertirte en motor de cambio.
1.- Observa de qué te quejas.
Esto pasa por practicar la atención plena, por auto-observar tu discurso mental. Puedes durante un periodo de tiempo poner tu foco de atención ahí.
Te invito a que por una semana prestes más atención a ese refunfuñar y tu forma de canalizar esa disconformidad. Escúchate sin más.
2.- Observa de qué se quejan los demás.
Observa de qué se quejan y cómo lo hacen. Observa qué te mueve a ti, como te afecta.
Nuestra relación con los demás es una de las principales vías de aprendizaje. No intentes cambiarles, simplemente practica la “oreja fuera” sin juicios.
Aunque tú seas capaz de dejar de quejarte o hacerlo de forma más constructiva, es importante también saber gestionar la queja externa puesto que nos afecta.
Esa conciencia testigo que se despliega con la atención plena te ayuda a desidentificarte de tu discurso y también del de los demás. Probablemente desde tu visión seas capaz de relativizar eso que es causa de descontento para los otros y eso te ayude en tu propio proceso.
3.- Piensa en lo que vas a decir (o escribir).
Probablemente ahora que sabes lo dañina que puede ser para ti o los de tu alrededor la queja expresada, puedas modular un poco más el mensaje. Esa toma de consciencia, esa pausa antes de actuar, es la que mayormente desactiva el automatismo.
Vigila tus mensajes de whatsapp, sobretodo en los grupos, son especialmente contaminantes porque llegan a más gente. En tu mano está expandir la buena o la mala onda.
4.- Relativiza, o no.
Toma consciencia de qué importancia tiene para ti esto que te molesta. Puede que sea una situación injusta mantenida durante mucho tiempo en tu trabajo o puede que tu bebé tenga una noche inquieta.
¿A que no es lo mismo?
Tú elijes cuanto cortisol y por cuánto tiempo quieres tenerlo circulando por tu organismo. La mejor forma de salir de la queja en el trabajo, actuar, la mejor forma de salir de la queja con tu bebé, respirar :).
5.- Responsabilizate y actúa.
Transforma esa queja estéril, contaminante y paralizante en acción que promueva el cambio desde una perspectiva más constructiva. Ejerce tu responsabilidad en tu parcela y facilita a los demás que se puedan hacer cargo de lo suyo. Si has seguido los anteriores pasos, llegados a este punto, confío en que serás capaz de hacerlo desde la asertividad. Quizá en este punto ya
no haya enfado, ya no haya queja y podamos llamarle a esa acción : reclamar, disentir, pedir, explicar, sugerir, manifestar…:)
¿Eres de quejarte mucho? ¿Tienes gente que se queja por todo a tu alrededor? Cuéntamelo en los comentarios y haz un gesto emocionalmente ecológico compartiendo este artículo con quien creas que lo pueda necesitar :).
Hola Yolanda sufro una situación injusta en mi trabajo que se mantiene en el tiempo lucho con mis jefes por cambiarla y no obtengo resultados eso me produce hartazgo , estar en la queja costante y en el desánimo me ha encantado tu post pondré en marcha tus consejos.
Me podrías recomendar algo más que me ayude a ver este problema desde otra perspectiva ???
Muchas gracias.
Hola Marije, si te suscribes a mi newsletter el día 3 de la secuencia de 21 días Operación Mentalidad Conciliadora, te mando un truco que te va a ir genial para esto. Contesta al correo del día 3 diciéndome que es lo que más te cuesta conciliar y lo tienes 🙂