Navidad en Familia. 7 Claves, 3 Pasos y 1 Meditación, Para Vivirla Sin “Montar el Belén” Ni Dejar de Ser Tú.

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Parece que podríamos dividir a las personas entre las que les encanta la Navidad y las que la odian.

Cuando tenemos hijos la cosa cobra relevancia porque muchas veces nos debatimos entre lo que nosotros queremos y lo que el entorno que nos rodea nos empuja a hacer. Desde poner el árbol, montar el belén (con todo lo que conlleva), los regalos, la comida, la organización de las reuniones familiares, los encuentros, los desencuentros… el tema da para mucho y tanto si te gusta, como si no, tanto si tienes hijos, como si no, para muchos es una fuente de estrés.

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Eckart Tolle decía algo parecido a “Si crees que has alcanzado la iluminación, espera a sentarte a la mesa con tu familia en día de Navidad”

La familia en Navidad

La familia en estas fechas es el estresor por excelencia.

A muchas personas no les gusta la Navidad porque se ven comprometidas a asistir a reuniones familiares a las que no les apetece ir. Sentarnos a la mesa con nuestra familia y además tener que estar contentos porque es Navidad, puede generar muchas resistencias.

La otra gran resistencia es la de conservar costumbres que ya no van con nuestra forma de ser y es muy probable que el hecho de que ahora tengamos hijos, nos genere todavía más conflicto por nosotros y por ellos. Nos genera conflicto expresar a nuestra familia que no comulgamos con esas costumbres fundamentalmente por miedo inconsciente a que nos dejen de querer (y menos en Navidad).

La clave principal de todo esto es poder expresar desde ti, atendiendo a las necesidades de tu presente, como te gustaría que fueran las cosas. Hablar de ello y decidir entre todos cómo queréis hacer las cosas. Así de simple y así de complicado, porque muchas veces el gran problema que reina en muchas familias es la falta de comunicación. Conocer es amar y como no nos conocemos porque cada vez hablamos menos y chateamos más, pues se nos hace más difícil juntarnos y compartir estos momentos de alegría inducida.Centro con velas

El tema tiene mucha miga, pero aquí van unas cuantas claves para que esta Navidad puedas vivirla en familia de una forma más consciente y enriquecedora atendiendo a “lo que hay”.

1.- Lo que te saca de quicio de tu familia, tiene que ver contigo, con tu herida.

Por muy bien avenidos que estéis, el contacto íntimo con la familia hace saltar las reacciones automáticas porque todos en cierta forma sois un sistema que comparte heridas.

¿Qué es lo que no soportas de tus padres, de tus hermanos, de tus cuñados? Eso que tanto detestas tiene que ver con partes de ti que rechazas y que la vida te refleja en el comportamiento de los demás para que puedas integrarlas.

Detectar esas heridas, esas sombras de tu personalidad e integrarlas es un ejercicio de por vida. La Navidad puede ser una oportunidad de oro para hacer el ejercicio y exponerte a tu familia desde la atención plena, para ver con más claridad que es lo que te chirría de ellos que tiene que ver contigo.

Observa con curiosidad, apertura y ecuanimidad, esas emociones que te despiertan, ese discurso mental que te generan y tus ganas de reaccionar, seguro que se desprenden muchas tomas de consciencia.

2.- Todos tenemos buenas razones para ser como somos.

Si pudiéramos comprender y aceptar que la gente tiene muy buenas razones para ser como es, en función del proceso evolutivo que les ha tocado vivir, nos sería mucho más fácil aceptarlas y amarlas.

Añade esta premisa a tu ejercicio de observación y entiende a tus tías cuando, habiendo lavavajillas, se empeñan en fregar los cacharros a mano.

3.- Tú no eres tus emociones, ni tus pensamientos y los demás tampoco.

Como decíamos en el post de las dimensiones del ser, todo esto forma parte de ti pero tú eres mucho más que eso. Tú no eres tus opiniones y tu cuñado tampoco. Tu cuñado no es su partido político ni su equipo de fútbol, por muy identificado que esté con sus colores.

Intenta ver más allá y de nuevo pon el foco en ti, en lo que rechazas, en tus juicios, en tus creencias, en lo que no aceptas que quieres cambiar de los demás. Retira por un momento las etiquetas que les has colgado e intenta escuchar para entender sin tener que responder.

4.- Observa desde dónde surgen tus acciones.

¿Desde donde haces lo que haces? ¿Qué hay detrás de esa necesidad de organizar la mejor cena de Nochebuena al precio que sea? ¿Para que te quieran, para que no te critiquen, para hacerlo como los referentes y pertenecer? el estrés, la mayoría de veces, viene de dentro y culpamos a los de fuera.

Observa si lo que haces lo haces por miedo o por amor.

5.- Respeta las relaciones de cada uno.

Si hay miembros de tu familia que no se pueden ni ver, por mucho que tú te esfuerces en aprovechar el tirón de las navidades para que se reconcilien, que eso suceda no está en tu parcela de responsabilidad.

Cada vez que criticas a tu hermano porque no se habla con el otro, está recibiendo de ti mensajes de no-aceptación que os distancian. Que se lleven bien no está en tu mano. Haz por tener la mejor relación que puedas con cada uno y desde ahí, desde al amor, es desde donde mejor les podrás inspirar para que crezca entre ellos.

6.- Celebra por los que ya no están.

A muchas personas no les gusta la Navidad porque se les hace duro sentir la ausencia de los que ya no están.

Si eres de los que se entristecen especialmente por esto, es muy probable que tengas ese duelo por cerrar. Ponle consciencia a ello.

La Navidad puede ser un buen momento para conectar con esos ancestros que siguen vivos en nuestros corazones, agradecerles y honrarles.

7.- Revisemos las tradiciones para dejar de sentir que tragamos con ellas.

Como te decía al principio, una de las mayores resistencias en este tema es el tener que comulgar con costumbres arraigadas que ya no van con nosotros. Este es un conflicto natural, es ley de vida cuestionar el sistema de creencias de nuestra familia de origen. La adolescencia, es el periodo vital en el que más patente se hace ese proceso de individuación y más conflicto habitualmente genera. “Dejar de tragar” pasa por buscar alternativas más acordes.

Mi invitación…

Quizá veamos en las navidades el gran escollo porque sintamos las tradiciones más arraigadas y nos de miedo cuestionarlas y que se “monte el belén”, justo en estas fechas donde se supone que debemos estar felices y contentos. Te invito a:

1.- Poner consciencia desde ti, desde tu presente, desde tus necesidades, en cómo te gustaría que fueran las cosas en vez de resignarte a “todos los años lo mismo. ¿Qué harías tú diferente?. No se trata de pretender que tu suegra deje de cocinar cantidades industriales de comida, tú siempre podrás decidir comer la cantidad que desees del plato ;). Quizá la cosa vaya por cenar cada año en una casa, apagar la tele para poder hablar, no separar a los niños de los adultos en la mesa, hacer cuenta común de los gastos, organizar alguna actividad para amenizar la fiesta, cambiar la política de regalos…

2.- Exponlo a tu familia de forma responsable, desde tu sentir, tu necesidad, como te gustaría que fueran las cosas… aquí el escollo es la falta de comunicación que suele haber en muchas familias, pero si te cuesta exponerlo y no das el paso, serás cómplice de esa falta de comunicación de la que muchas veces nos quejamos.

Lo suyo es que lo consensúes con tu pareja, si la hay, antes para ir a la par en estos temas. La excusa que nos solemos dar es “para qué, no me van a hacer caso”, “no voy a conseguir lo que quiero”, “esto no va a cambiar porque yo lo diga…”, “¿y si lo digo y no consigo que las cosas sean de otra manera?, habré generado mal rollo inútilmente”.

Si esto es así recuerda que tenemos derecho a las acciones pero no al resultado de las mismas. Di lo que tengas que decir y suelta el resultado. Quizá surjan soluciones intermedias, sé flexible. Lo importante es que habrás abierto una vía de diálogo y que solo el hecho de decirlo ya te hará ganar coherencia.

3.- Recibe la información que te llega por esa vía de comunicación que has abierto. ¿Cual es la respuesta de los demás a tu propuesta? escucha sus razones. Seguramente ahora sepas cosas sobre tus familiares que antes no sabías, o no sabías la importancia que para ellos tenían. Si por el bien común este año toca ceder, no sufras, simplemente observa qué tiene preparada para ti la vida en esas circunstancias y déjate sorprender.

Para ayudarte a poner consciencia en este proceso, te propongo esta meditación:

Adopta tu postura meditativa…

Toma unas respiraciones profundas para conectar con tu cuerpo…

Deja que después de haber leído estas palabras, resuene en ti la emoción que te producen… nómbrala… ¿en qué parte de tu cuerpo se aloja?

Preguntate desde ese resonar del cuerpo, desde esa sabiduría más amplia, más abstracta, más conectada con el corazón… ¿qué es lo que te genera conflicto? ¿qué es lo que en el fondo te hace sentir así?

¿Cuál es el siguiente paso que tienes que dar, ahora que has puesto más consciencia en el conflicto que vives?

Conecta con tu necesidad y observa que es lo que quieres decir desde tu responsabilidad, que es lo que la situación te pide hacer o entender.

Imagina que das el paso… que dices lo que tienes que decir, que haces lo que tienes que hacer, que entiendes lo que tienes que entender… inhalas profundamente… Y con las siguiente exhalación profunda sueltas el resultado…

Ahora, conectando con tu corazón, pregúntate ¿volverías a hacer lo mismo si estas fueran tus últimas navidades?

Agradécete este momento que te has dado para parar y tomar consciencia de estos conflictos que te trae la Navidad.

Espero que te haya servido el post y que lo compartas, quizá reenviarlo te pueda ayudar a abrir nuevas vías de comunicación ;). Me encantará responder a tus comentarios.

Te deseo a ti y los tuyos una feliz y consciente Navidad :).

Espero que este artículo te ayude.

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